Banksy en NY



 
 
Banksy la monta en Nueva York

Fuente: www.positivos.com

BANKSY ha dado la nota en su nueva peripecia en Nueva York (USA). Desde el pasado 1 de octubre inició una residencia en la Gran Manzana bajo el título general de Better Out Than In. Durante el tiempo que ha estado, ha ido dejando por las calles de Manhattan, Brooklyn y Queens una docena de piezas y ha realizado singulares performances.

Uno muy cándidamente contundente ha sido el Sirens of the Lambs, que consistía en un camión militar que trasladaba animales, en forma de títeres de peluche, a un matadero. Sus cabezas asomaban por rendijas y sus voces consistían en sencillos pitidos que dotaban al conjunto de un lado cómico bastante agridulce en el fondo. Su recorrido era por el Meatpaking, el distrito carnicero por excelencia de la ciudad, aunque ahora se ha convertido en un barrio de moda. Posiblemente, este performance nos dé una nueva pista sobre la identidad del autor. ¿Podría ser BANKSY un vegano? ¿O un terrorista de Liberación Animal?...
Otro performance ha sido la disposición de un puesto de venta  al aire libre, en Central Park, donde se puso a la venta lienzos con algunos de sus más famosos iconos, estarcidos en negro sobre blanco de su propia mano. Sin más indicación que un escueto “Spray Art”, se pusieron a la venta a 60 dólares por cada cuadro. Finalmente, el tendero consiguió recaudar en la jornada 420 dólares. ¿Sería el viejo e inocente tendero su padre? ¿O sería el propio BANKSY? ¿Nadie dijo que la rebeldía fuera patrimonio de los jóvenes y quién sabe si BANKSY no pertenecerá a la activista generación de BLEK LE RAT?

Algunos de esos cuadros en subasta podrían haber alcanzado alegremente los 194.000 euros, pero sin duda, -aunque algunos califiquen su performance como un fracaso por las escasas ventas-, BANKSY ha dado en la diana. La denuncia está clara: el valor lo da el continente no el contenido, además de que mercado del arte es un maestro en la creación de burbujas económicas. Unas denuncias que no es nueva en el concierto del mundo del arte, desde los tiempos del Dadaísmo. ¿Qué hace que un objeto se arte? ¿Qué hace que un objeto artístico sea más valioso? ¿Su susceptibilidad de ser transformado en mercancía? No se trata sólo del engañoso dilema entre Graffiti versus Pintura, sino de que a veces lo que no es capaz de ir al mercado, el mercado  llega hasta él. En este sentido, el Graffiti o el Arte Urbano no deja de ser un filón más del que el Mercado extrae productos que nutran su maquinaria comercial.

Las galerías son el tablero de juego idóneo de los especuladores, pero porque da garantías a quien no sabe ver con los ojos del conocimiento o de la emoción. Pintar en un muro cualquiera o venderse en un puesto ambulante sin el respaldo de una firma en la época de la piratería comercial no ofrece ninguna garantía. Pero hasta para comprar melones hay que saber y, en general, el ciudadano no distingue ni se para a ordenar sus ideas sobre el tema desde una reflexión reposada y sensata. Es más se le maleduca, se deja maleducar desde niño, para que vea algo como malo y hasta bajo el halo de la criminalidad, cuando no es más que un generoso don de uno mismo, te guste o no. Y, pero aún, quien lo hace también lo asume y propaga.

He ahí un tema central en la obra de BANKSY que no sólo afecta a su identidad frente a los demás, sino también consigo mismo: mantener una imagen y un fondo coherente dentro de la tensión que se establece entre el éxito comercial, la integridad artística y la coherencia de un quien se llama rebelde. Sea BANKSY  o no un pícaro, sea su arte activista políticamente correcto o ajustadamente provocador, se debata o no en su conciencia entre volver a las calles o engancharse a la pompa del dinero o la adrenalina de los juegos de poder, lo importante es que sepamos en todo momento distinguir con distancia la puesta en escena de reflejos y esperpentos mediáticos, las luces y sombras de lo divino y lo humano que se arremolinan alrededor suyo. Quizás no lleguemos a la verdad, pero nos reiremos un montón y ejercitaremos sobre todo nuestro sentido crítico. Un gran tesoro a cambio de prácticamente nada, que quizás no llegue a hacernos felices, pero sí vivir más cerca de la verdad.

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